lunes, 25 de octubre de 2010

“Nombrarse INTERSEX: Estrategias Contra La INTERFOBIA”

Jorge David Santana Erazo
Activista INTERSEX
¿Qué es lo primero que se elige (de las muchas cosas y situaciones que se eligen por nosotr@s) para una persona que está por nacer? El nombre… una pequeña combinación de letras, que dan cuenta  del sexo, del color de la ropa, de los juguetes de ese ser, del parentesco e incluso la personalidad. Para iniciar esta reflexión, quiero proponer un ejercicio: ¿Qué sucedería si tod@s nos llamáramos igual?… o, quiero ser un poco más dramático, ¿Qué pasaría, sí para referirse a un@ de nosotr@s se tuviese que utilizar el dedo índice para señalarnos, porque no tenemos un nombre o nadie lo conoce?
El nombre da una IDENTIDAD; hace a la persona… pues bien, mi nombre es JORGE SANTANA (o sea que cuento con un nombre) y soy INTERSEXUAL (esa es mi identidad).
Ahora bien, ustedes se preguntaran ¿qué es eso de ser intersexual? Me he puesto a la tarea de buscar su significado, y encontré lo siguiente en la Pequeña Enciclopedia del Estudiante “Wikipedia”:
  1. La intersexualidad es la condición de una persona que presenta de forma simultánea características sexuales masculinas y femeninas, en grados variables.
Esta es la primera parte de la definición… y claro  que coincide. La mayoría de la gente que está en este auditorio entraría en esa definición, porque igual posee características masculinas y femeninas en un mismo cuerpo, pero acá la mayoría no se llama intersexual, sino transgénero, porque ese punto de encuentro entre lo masculino y lo femenino lo construyen, por una decisión en el género. En cambio mi punto de encuentro entre lo masculino y lo femenino, es una marca de fábrica, es decir en mi canon corporal. Así nací. Mientras la mayoría de ustedes son XX o XY (hembras o machos), yo soy XXY, un cuerpo del medio. No soy ni macho ni hembra. Aunque mis padres, se empeñaron en que fuera Jorge, un hombre heterosexual.
Pero, muy a pesar de que mi estructura biológica me inscribió en una forma de ser, eso no ha significado en ningún momento que asuma mi intersexualidad con resignación… no es como en el escrito que me compartieron esta semana, en la que una persona “enseñaba a un macho a convertirse en hombre y a una hembra a convertirse en mujer”… yo podría cumplir los anhelos de mi padres y ser un “macho – hombre – masculino – heterosexual, como Carlos Vera o podría ser una barbie, si quisiera! Pero he escogido ser intersexual, para reivindicar cuerpos y vivencias que se salen de las imposiciones y elecciones de otr@s. Yo escogí ser intersexual porque la ambigüedad, es una posibilidad de cuestionar el mundo, para causar escozor, molestia, para desubicar, para que se abra los ojos a lo diferente.
La intersexualidad deconstruye las dos únicas categorías que nos han contado que existen… macho y hembra, pero además, nos demuestra, que ser “normal”, cuando se encuentra de frente con nosotros, que no cabemos en la estructura HOMBRE – MUJER, porque vamos más allá.
Pero sigamos con la segunda parte de la definición:
  1. Dícese que el intersexual “puede poseer una abertura vaginal la cual puede estar parcialmente fusionada, un órgano eréctil (pene o clítoris) más o menos desarrollado y ovarios o testículos, los cuales suelen ser internos”.
No estoy de acuerdo con esta afirmación, porque al igual que no hay una única forma de ser transgénero, tampoco hay una única forma de ser intersexual. Las variantes son infinitas, pero hay tres criterios que no deben perderse de vista: el hormonal, el cromosómico y el genital. Cada uno de ellos con sus propios niveles. Entonces esta definición que es bastante limitada, deja por fuera intersexualidades como la mía, que se caracteriza por una estatura elevada, la carencia de vello facial, una voz ambigua, un proceso de envejecimiento más lento, sin ambigüedad genital… y no refleja otros tantos cánones corporales que podríamos tener en frente, pero que desconocemos su presencia, porque son internos, porque la gente invisibiliza, o no quiere reconocer que existen.
  1. El mayor problema al que se enfrentan los intersexuales es su incapacidad para decidir por sí mismos su sexualidad. Sus padres o sus médicos pueden estar muy preocupados en asignarle uno de los dos sexos.
La medicina se ha centrado en rápidamente “normalizar” nuestros cuerpos intersexuales, ya de por sí indefinidos, para que entren en categorías legales, sociales, culturales, biológicas y políticas, con la pretensión de que no suframos algún trauma. El trauma es de ellos y se lo transmiten a nuestros padres, porque imagínense la imposibilidad de elegirnos un nombre, no saber qué color de ropa comprarnos (azul o rosado), que tipo de juguetes podrían servirnos (balón de futbol o un juego de cocina), que no nos puedan decir “sea bien macho” o “qué dulce mujercita” o si llevamos a un novio o novia, no sepan si somos heterosexuales, gays, lesbianas o bisexuales… que no sepan quiénes somos… porque todas esas cosas son las que dicen por nosotros, qué lugar del mundo ocupamos.
Luego de estas tres reflexiones, es importante plantear qué relación tiene la intersexualidad con la fecha que se conmemora hoy y cual es el motivo de este encuentro: la lucha contra la lesbo-gay-transfobia… y la interfobia, qué? Existe? Aplaudo la iniciativa de Silueta X, porque muy seguramente es uno de los pocos que a nivel mundial, invita a un intersexual a exponer de qué manera es discriminado, es víctima de la fobia… porque si ya es difícil que se sepa a qué nos referimos cuando hablamos de intersexualidad, ¿no será más difícil que se hable de la interfobia?
Pero definamos de nuevo a qué nos referimos. Para sorpresa mía, al buscar una definición de la interfobia, me encontré con que no hay un solo registro que hable de ello… ni uno. La sensación de inconformidad y desagrado, luego se transformó en un alivio y una sonrisa se dibujó en mi rostro intersexual: esta es una oportunidad de proponer, de crear, desde mi experiencia, eso que conozco como INTERFOBIA.
Cuando hablamos de una fobia, nos referimos a un trastorno en la salud emocional, que se personifica en un miedo incontrolable, irracional, desproporcional hacia algo o alguien específico. Al ser una enfermedad, tiene un tratamiento psicológico. Ahora bien, la lesbo-gay-trans-interfobia no podríamos calificarla como una enfermedad. Cuando se asesina a una chica trans, no es porque el asesino tenía un miedo incontrolable, que lo obligaba a golpear, disparar, acuchillar, violar… es ante todo una ACTITUD, consciente y construida culturalmente.
Lo cierto es que no se ha conocido casos de asesinatos o atentados contra personas Intersex, como si son abundantes los casos en contra de las personas trans y gays. Sin embargo, por mi vivencia les explicaré cómo ha sido la INTERFOBIA: sé, por ejemplo, que el rechazo de la sociedad ante las diferencias corporales tiene múltiples formas de expresarse. Hay unas violencias sutiles, otras explicitas, como por ejemplo, intervenir un cuerpo, que acaba de nacer, para normalizarlo; esa es la más común, pero no se entiende como violencia, es un “bien que le hacen al bebé”, para que no sufra traumas, para que pueda tener un sexo legal, para que la sociedad no le rechace. Y otras, como la que yo sufrí: cuando nací, mis características eran las de un bebé como todos. Me escapé de las intervenciones, por el simple hecho de que no poseo ambigüedad genital. Pero al crecer y al ser demasiado evidente que no estaba desarrollando características como el engrosamiento de la voz, o que no había vello facial, a mí alrededor, entre mis amigos y mi familia se generó la incógnita de ¿Por qué es así?… Ante esa presión social, ese malestar “porque no era normal” me llevó al consultorio de un médico que no me supo decir cuál era mi condición. Sólo me pudo aconsejar que me hormonizara. No había otra posibilidad médica. Las novias, los amigos, mi familia… todos ellos se resignaron a que no iba nunca a ser un “hombre” en todo el sentido de la palabra. Todo esto para decirles, la importancia que tiene reconocer y ser conscientes de cómo la sociedad tiene sistemas específicos para moldear, aquello que se sale de la “forma”, de lo “correcto”, de lo “natural”. El rechazo, la burla, el menosprecio, el chisme, la incomprensión.
Pero, al iniciar un proceso de formación política como activista Intersex, y al conocer otras tantas identidades, que han estado bajo el mismo esquema de discriminación y violencia, he podido comprender, que el postulado feminista que nos dice “que lo que no se nombra, no existe”, sigue vigente. Al no nombrar la intersexualidad, somos cómplices de que sigan ocultándose con el bisturí, lo no pocos nacimientos intersexuales que hay en nuestro país; por otro lado, al no nombrar la intersexualidad como una identidad política, perdemos la posibilidad de crear una agenda que reconozca y posibilite a las personas Intersex reclamarle al Estado que regule temas como la responsabilidad médica y el alcance de la potestad paterna, para que se limiten éstas en decisiones tan vitales, como escoger el sexo de un bebé Intersex. Combatir la interfobia, que creo es la propuesta de este evento, comienza por ahí, por saber que la intersexualidad es otra posibilidad corporal, y que al igual que ustedes, quiénes nos nombramos desde allí, buscamos existir, para actuar.

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